Hola chic@s!! Estrenamos la segunda semana de marzo y espero que vosotras la estrenéis con tanta energía como yo.
Dicho esto, deciros que tengo en el tintero (queda para otro día 😦 ) un post sobre el famoso delineado invisible (que habría publicado hoy si no fuese un despiste andante). ¿Os lo cuento?
Normalmente soy bastante previsora y rara vez me quedo sin mis cosméticos imprescindibles, pero ayer comprobé que se me había terminado el tónico facial y que no tenía otro ¡y me quedé igualita que Garfield! (os juro que no tuvo nada que ver que se acercara el lunes 😆 ) .
Ante tal catástrofe, me estrujé las neuronas, eché mano de mi ingenio e improvisé. ¿Queréis comprobar el resultado? Pues seguidme y os lo cuento…
Por suerte, tenía los ingredientes básicos para elaborar mi súper tónico 😛 : té verde (rico en antioxidantes) y camomila (con propiedades calmantes) y, por supuesto, ¡agua mineral!
Necesitamos
- Una botella vacía (he reciclado la del tónico para este experimento)
- Una bolsita (o 2 gr.) de té verde
- Tres bolsitas (o 8gr.) de camomila
- Unas gotitas de jugo de limón (sólo si tenéis la piel grasa o queréis aclarar la piel)
- Un cuenco
- 400 ml. (aprox.) de agua mineral (tened en cuenta que en cualquier infusión el agua se evapora y tendréis menor cantidad que al principio)
Paso a paso…
- Hervimos el agua mineral en 2 cazos
- Infusionamos el té verde (2 minutos) y la camomila (9 minutos)
- Añadimos las infusiones y el jugo de limón, si hemos decidido usarlo, en un cuenco, y mezclamos bien todos los ingredientes
- Añadimos la mezcla en la botella y
- ¡Éste es el resultado!
Si os animáis a hacerlo, no os asustéis con el color verde-ocre del algodón: os prometo que no mancha la piel 🙂
Espero que el post os haya gustado y que os sea de utilidad. Buen lunes y nos vemos el miércoles!!!